dimarts, 15 d’abril del 2008

LOS PUEBLOS SIN LÍMITES: ARNES, BECEITE Y VALDERROBLES

Vamos a visitar una zona a caballo de las provincias de Tarragona y Teruel, donde suS habitantes no entiende de límites territoriales. Los pueblos, el paisaje y el carácter de la gente son muy similares. También comparten idioma y costumbres. El viajero que llegue hasta allí, difícilmente, podrá adivinar si está pisando territorio de Aragón o bien de Catalunya. El recorrido lo haremos por los municipios de Arnes, Beceite (Beseit) y Valderrobles (Vall-de-roures) El término municipal de Arnes (colmenas, en castellano) limita con el de Horta de Sant Joan (cuya ruta ya fue propuesta hace escaso tiempo) Como vecinos, comparten diversas cosas: los Ports de Tortosa-Beseit y los ríos Estrets y Algars. Llegaremos a Arnes desde Horta y entraremos en la población. El pueblo es pequeño (algo más de 500 habitantes) Lo primero que nos sorprenderá es su estructura medieval, con bastantes arcos, restos de muralla y algunas casas con balcones de piedra que revelan un pasado lleno esplendor. Paseando por sus estrechas calles nos sentiremos como transportados al siglo XVI. Podremos adquirir productos típicos en las agro tiendas y pastelerías. Finalmente llegaremos hasta la plaza Mayor, el lugar más interesante del pueblo. Destacan las iglesia y sobre todo el ayuntamiento (s. XVI), un recio edificio renacentista. Desde el balcón situado a un nivel inferior al resto de la plaza nos deleitaremos con la vista de los Ports y las ya conocidas Rocas de Benet. El Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya lo declaró conjunto histórico en 1992. Cerca del ayuntamiento hay un antiguo molino (el Molí) que hace a su vez de oficina de turismo. Arnes dispone de varias casas rurales y unos apartamentos de lujo para los más exigentes. Abandonaremos Arnes con dirección a Valderrobles. En el lecho del río Algars, a la derecha, veremos la ermita de Santa Madrona y una zona de pic-nic. En el cruce antes de llegar a Valderrobles, giraremos hacia la izquierda para dirigirnos a Beceite (de origen musulmán, no llega a los 700 habitantes) Entraremos por un viejo puente de piedra del siglo XV sobre el río Matarraña. Junto al puente, todavía en el “barrio nuevo”, la ermita de Santa Ana (s. XVII) Nada más cruzar el puente, que se construyó para salvar la enorme altura que tiene allí el río Matarraña, a mano izquierda, nos encontraremos con un portal sobre el que está el escudo del pueblo. Siguiendo la calle, de las pocas llanas que tiene, daremos, con los que son, sin duda, los dos restaurantes más típicos. Caminaremos ascendiendo por las encrucijadas calles, pasando por debajo de varios arcos (como el de S. Roque) hasta llegar a la iglesia de San Bartolomé (s. XVIII) y justo al lado, el ayuntamiento. A partir de aquí empezaremos a descender. Nada más salir de la plaza de la Constitución, a la izquierda veremos los arcos de la lonja y un poco más abajo, también a la izquierda el lavadero público, donde antaño iban las señoras a lavar la ropa y, de paso, hablar de los últimos chismorreos. Saldremos del pueblo por el mismo lugar que habíamos entrado y si cogemos la calle de la izquierda nos llevará hasta las “gubias del Parrizal” espléndido paraje natural que sigue el curso del río y que sé puede remontar sin demasiados problemas al principio, pero después sólo los más intrépidos y dispuestos a bañarse podrán llegar hasta la Font del Teix. Antes de llegar al Parrizal, a la derecha, justo al lado del río, hay una zona de acampada. Además del río Matarraña, en su término municipal encontramos tres ríos más: el Algars, que lo separa de Arnes, el Ulldemó y el de Pena, con su pantano. En su término municipal también hay pinturas rupestres de arte levantino. Beceite dispone además dos hoteles y varios alojamientos rurales. Saldremos de Beceite por la carretera de Vallderobles (por donde habíamos entrado) Al llegar al cruce iremos hacia la izquierda y encontraremos enseguida esta población (unos 2.000 habitantes), también bañada por el Matarraña. Tendremos la opción de seguir y entrar en el casco viejo (donde nos será más difícil aparcar) o por el puente de hierro dirigirnos hacia la parte nueva de la ciudad, donde hay un hotel y varios restaurantes y a poca distancia la oficina de turismo. Entraremos en el casco antiguo por el puente de piedra y cruzaremos el arco de entrada, flanqueado por dos leones (una de ellos decapitado). A la izquierda encontraremos el majestuoso ayuntamiento renacentista con una lápida de mármol que anuncia la visita que efectuaron los Reyes en el 2002. Y a la derecha, la fonda de la Plaza, una de los establecimientos de este tipo más antiguos de España. La plaza Mayo de Vallderrobles tiene además otros edificios nobles dignos de observar. Después nos dispondremos a subir hacia la parte alta del pueblo para visitar la iglesia y el castillo. Es igual que cojamos las escalinatas de la izquierda como la calle empinada de la derecha. Antes de llegar a los más alto pasaremos por estrechas callejuelas y empinadas escaleras. Una vez arriba encontraremos la solemne iglesia de Santa María la Mayor (ahora en reconstrucción) de estilo gótico aragonés (s. XIV y XV) y el castillo del obispo (declarado monumento nacional en 1931) Al bajar, podremos tomarnos un refresco en el bar de la plaza, tranquilamente sentados, volviendo a contemplar sus monumentos, mirando de no dejarnos detalle, mientras comentamos el encanto de los pueblos visitados donde, al parecer, el tiempo dejó de transcurrir hace ya bastantes décadas.